Así es, este proyecto no es solo de la provincia, es un asunto familiar. Mientras los problemas estructurales de Corrientes siguen sin solución, el mandatario radical opta por la jugada más antigua del manual político: pasar el bastón dentro de la misma familia. ¿Renovación? ¿Debate? ¿Construcción colectiva? Nada de eso. La política correntina se asemeja a una serie de Netflix sin final: cambian los cargos, pero el apellido permanece
Desde su círculo más cercano celebran esta movida como una “continuidad del modelo”, pero en las calles, la palabra que más resuena es “dinastía”. El rechazo no solo proviene de la oposición; dentro de su propio espacio oficialista ya hay grietas. El Partido Liberal de Ituzaingó, por ejemplo, se ha bajado del barco y ha dejado claro su descontento con la gestión de Juan Pablo.
La jugada del gobernador plantea una pregunta incómoda: ¿quién realmente gobierna Corrientes? ¿El pueblo o una familia? La provincia sigue a la espera de la fecha de elecciones, pero el tablero político ya ha comenzado a moverse. En este contexto, la democracia se desdibuja entre nombres repetidos y proyectos que huelen más a herencia que a futuro. En Infoibera, continuaremos informando sobre lo que otros prefieren callar.-